El cultivo del olivar en España alberga una gran diversidad de especies de la flora y fauna más representativa de nuestro clima mediterráneo, por lo que representa un patrimonio paisajístico y medioambiental inigualable que forma parte de nuestra cultura, tradición e historia.
Se trata de un cultivo capaz de absorber CO2 de la atmósfera almacenándolo de forma estable en los órganos estructurales de los árboles, así como en el suelo. Por tanto, es capaz de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero al aumentar la captura de carbono, a la vez que ayuda a reducir la erosión y a frenar la desertificación
El sector del aceite de oliva es, además, uno de los máximos exponentes de la agricultura ecológica en nuestro país, y un claro ejemplo de sistema de economía circular y bioeconomía, a través del aprovechamiento de todos los subproductos de su proceso productivo.
Por todo ello, el sector oleícola tiene un gran potencial para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y los nuevos compromisos derivados del Pacto Verde, la Estrategia de la Granja a la Mesa de la UE, contribuyendo a producir más alimentos de una forma más responsable y comprometida con el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático promoviendo la fijación de carbono y el mantenimiento de la biodiversidad.