El Camino Natural discurre por varias de las principales unidades de paisaje que sirven de transición entre el piedemonte de la sierra de Guadarrama y las campiñas cerealistas de la cuenca del Duero, atravesando durante algo más de trece kilómetros zonas con vegetación de ribera, de repoblación y un encinar protegido. Partiendo de la ciudad de Segovia, la ruta desciende por las laderas y el fondo de valle del río Eresma, hasta alcanzar las amplias vegas fluviales en las que se ubica Hontanares de Eresma.
En la confluencia de los ríos Eresma y Clamores, sobre lastras calcáreas (colinas en forma de mesa) al pie de la sierra de Guadarrama, se encuentra la ciudad de Segovia, punto de partida del Camino Natural del Eresma. La ruta comienza en una zona del municipio conocida como los Altos de la Piedad, un excelente mirador hacia la capital segoviana y sus monumentos más importantes, como el Alcázar, la Catedral o el Acueducto. El casco antiguo de Segovia y su acueducto fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1985 por la UNESCO.
El camino arranaca en los Altos de la Piedad, en un área de descanso con un crucero y paneles informativos sobre la ruta, frente al complejo hospitalario de Segovia. Tras disfrutar de las vistas, se abandona el área de descanso, cruzando la calle de la Piedad por un paso de peatones, para llegar a un descampado utilizado como aparcamiento. El camino rodea un circuito de motocross por un firme de zahorra perfectamente señalizado, y que no abandona hasta llegar al margen del río.
Una vez pasado el circuito, un vallado a la derecha del sendero sirve de protección del fuerte terraplén que, poco a poco, se va cubriendo por un bosquete de coníferas, principalmente arizónicas (Cupressus arizonica) y pinos piñoneros (Pinus pinea). Una apertura en este vallado permite desviarse entre los árboles, hasta el mirador del Último Pino con interesantes vistas del fondo del barranco y de la ciudad de Segovia, al otro lado, destacando la Catedral y el Alcázar.
Retomando el Camino, se llega hasta el mirador del Alcázar, con amplias perspectivas hacia los valles del Eresma y del Clamores, desde donde se observa de nuevo la parte histórica de Segovia y la zona de las lastras de Zamarramala y Las Lastrillas. En el valle del Eresma se encuentran el Santuario de la Fuencisla y los monasterios de El Parral y de san Vicente.
Desde este mirador del Alcázar se divisan también los barrios de San Lorenzo y de San Marcos y la carretera que sube hasta la iglesia de la Vera Cruz, un templo románico del siglo XIII, declarado Monumento Nacional en 1919, cuyo origen está rodeado de misterio. De planta aparentemente circular (dodecagonal), su construcción fue atribuida primeramente a los Templarios, aunque posteriormente ha sido relacionada con los Caballeros del Santo Sepulcro.
Dejando el mirador, se desciende por unas escaleras de roca en fuerte pendiente, aunque también se puede optar por un camino que desciende con más suavidad junto a una repoblación de pinos.Toda la zona está amparada por el Plan Especial de Protección del Paisaje del Valle de Clamores-Pinarillo, que evita que pueda ser construida. Antes de bajar otro tramo de escaleras (más tendidas y en mampostería) que lleva hasta el Eresma, un panel informativo explica los detalles de las vistas desde este punto.
Ya junto al río Eresma, otro cartel al lado del puente de san Lázaro informa de las distancias a los distintos puntos de interés a los que ir desde aquí. Junto al cercano Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla hay una extensa área de descanso y, cruzando el puente, se encuentra el arco de san Lázaro o de la Fuencisla, que servía de entrada a la ciudad.
Sin cruzar el río, el Camino transcurre por su margen izquierda, entre cortados que sirven de morada a distintas especies de aves, a la izquierda, y un típico bosque de galería a mano derecha: chopos (Populus sp.), zarzas (Rubus ulmifolius) y algunos sauces (Salix sp.). Los bancos de piedra a los lados del sendero invitan a sentarte a escuchar los sonidos del río.
Tras cruzar el Eresma por un puente peatonal, será necesario extremar la precaución, ya que se camina por tramos de circulación compartida con vehículos y el trayecto transcurre paralelo a la carretera. Después de llegar al área de descanso de La Pilarcita, junto a la ermita del mismo nombre, se cruza la carretera (extremar la precaución), dejando atrás el polígono industrial para internarse en un camino rural.
A partir de aquí, el Camino transcurre entre zonas de pastos y cultivos, sobrevolando de cuando en cuando sobre el viajero bandadas de estorninos (Sturnus unicolor) o buitres (Gyps fulvus) y algún que otro milano (Milvus milvus), pasando junto a una ganadería y un centro de equitación, frente al que se encuentra el área del descanso del Zorroclin. El paisaje de cultivos en este tramo se ve interrumpido por un pequeño pinar y por choperas en los lugares en los que el camino vuelve a aproximarse al río Eresma o por algún afloramiento rocoso.
El camino está cortado en los alrededores del encinar protegido de Lobones, recuperándose el trazado a las puertas del caserío del mismo nombre. Una alternativa para poder completar el camino puede ser valerse del Camino Natural Vía Verde del Eresma, que no queda lejos. Para ello, desde el área de descanso de la Pilarcita, en lugar de cruzar la carretera CL-607, se ha de continuar en paralelo a ella durante 1,3 km, hasta llegar a otra carretera a mano izquierda por la que hay que continuar durante otro kilómetro, cruzando la carretera CL-605 junto a una rotonda (precacución) y sobre unas vías de tren por una pasarela. Entonces se alcanza el trazado del Camino Natural Vía Verde del Eresma, por el que se circula durante algo más de 4 km, hasta las puertas del caserío de Lobones. Desde este punto, se vuelve a tomar el Camino Naturaldel Eresma, que transcurre durante un kilómetro más en paralelo al Camino Natural Vía Verde del valle de Eresma (este camino utiliza la antigua vía del ferrocarril de Medina del Campo a Segovia, de la que aún se pueden observar algunos hitos, atravesando el puente que salva el arroyo de Valdelobones.
A partir de aquí, la presencia de chopos se hace más constante debido a que el camino se vuelve a acercar al río; a mano derecha, los cortados en la roca sirven de refugio para los cuervos (Corvus corax). Ya en las cercanías del pueblo de Hontanares de Eresma, se cruza la carretera SG-V-3122 por un paso de peatones junto a un potro de herrar. Desde este mismo punto, es posible acceder al pueblo por una calle.
Al otro lado de la carretera, se encuentra el área de descanso del parque de Hontanares. Dejada atrás, se rodean unas instalaciones deportivas para continuar entre cultivos hasta llegar al área de descanso de la estación de Hontanares, punto final del Camino, donde un cartel informa sobre la antigua línea de ferrocarril. Desde aquí se puede conectar otra vez con el Camino Natural Vía Verde del valle del Eresma, con el que se compartió trazado anteriormente, y que continúa por la antigua vía del ferrocarril hasta Nava de la Asunción.
Aunque el Camino Natural finaliza en esta área de descanso, merece la pena caminar unos cuantos metros más para visitar los restos de la antigua estación, de la que se conservan el apeadero e incluso el cambio de agujas, escondido entre la vegetación.
Aunque las huellas de su presencia no son tan importantes como el Acueducto romano, por Segovia pasaron también visigodos y musulmanes. Algunas de las esculturas zoomorfas que existen en la ciudad demuestran que su historia podría alcanzar raíces celtibéricas. Mientras que el Acueducto prueba su integración en el Imperio Romano, las necrópolis visigodas confirman el asentamiento de pueblos germánicos. Los historiadores sostienen que Segovia fue abandonada tras la invasión islámica y repoblada a finales del siglo XI por cristianos llegados del norte y de los Pirineos.
El final de la Edad Media fue una de las épocas de mayor esplendor de la ciudad: se colonizó un amplio territorio, extendiendo la comunidad a ambos lados de la sierra; recibió una aljama hebrea que ocupó la judería; fue corte de reyes de la casa de Trastámara y recibió la impronta del arte gótico, que dejó en ella monasterios y conventos relevantes. Además, desarrolló una importante industria textil y una amplia cabaña ovina. En la iglesia de san Miguel, junto a la plaza Mayor, Isabel la Católica era coronada en 1474; en Villamar, fue decapitado el comunero segoviano Juan Bravo, y el Alcázar se convertía en la más importante fortaleza de Castilla.
Situado sobre una roca en forma de proa, en la confluencia de los ríos Eresma y Clamores, el Alcázar de Segovia fue una fortificación inexpugnable durante siglos. El documento más antiguo que hace referencia al Alcázar data de 1122, poco después de que Alfonso VI reconquistara la ciudad, aunque su origen se remonta a un primer castro celtibérico. Debido al carácter estratégico del lugar, romanos y árabes también emplazaron aquí su fortaleza.
El Alcázar vivió su mayor época de esplendor en la Edad Media, durante la cual se convirtió en residencia favorita de los reyes de Castilla. Alfonso X El Sabio hizo del Alcázar una de sus residencias predilectas, donde celebró Cortes en 1256. Hasta el incendio que lo destruyó en 1862, las casas de Borgoña, Trastámara, Austria y Borbón dejaron su impronta en el edificio a través de diversas remodelaciones, añadiendo diferentes elementos arquitectónicos según sus preferencias y estilos de cada época.
Son muchas las leyendas que envuelven la historia del Alcázar de Segovia. Una de ellas hace referencia a la tragedia del pequeño infante don Pedro, uno de los numerosos hijos bastardos del rey Enrique II. Cuenta la leyenda que un día de 1366 el infante jugaba en uno de los balcones del Alcázar, desde el que cayó al vacío, despeñándose. Su ama, temerosa del castigo, se precipitó tras él. Otra de las versiones sitúa a la ama en el balcón de la Sala de Reyes, con el bebé en brazos, y que después de que el infante se le cayera al vacío, la niñera desesperada se arrojó también.
La estación de Hontanares de Eresma pertenecía a la línea de ferrocarril que unía Segovia con Medina del Campo (Valladolid). Inaugurada en el año 1884, esta línea se mantuvo en funcionamiento hasta 1993, momento en que fue clausurada por su falta de rentabilidad. Actualmente, está en proceso de conversión en una Vía Verde para su disfrute por el turismo rural y deportivo.
La concesión de esta línea de ferrocarril fue adjudicada el 11 de agosto de 1881 a un diputado provincial segoviano, Miguel Muruve, quien más tarde se la vendió a la Compañía del Norte, que la puso finalmente en servicio el 1 de junio de 1884. La línea contaba con distintos apeaderos y apartaderos desde Segovia: Hontanares de Eresma (km. 13), Ahusín, Yanguas de Eresma-Carbonero el Mayor, Armuña-Bernardos, Ortigosa de Pestaño-Santa María de Nieva, Nava de la Asunción, Coca, Ciruelos de Coca, Fuente de Santa Cruz, Fuente Olmedo, Olmedo de Adaja, Pozal de Gallinas y Medina del Campo.