Este camino recorre, entre olivares y dehesas de encinas pobladas de ovejas merinas, parte de la vía de ferrocarril que transportaba hacia la provincia de Córdoba los productos extraídos de las muchas explotaciones repartidas por la comarca de Llerena. Destacaba entre todas la mina La Jayona, declarada Monumento Natural en 1997, y que da nombre a este Camino Natural.
Este camino natural que recorre parte de la comarca de Llerena, comienza junto a las ruinas de la vieja estación de Fuente del Arco, junto a un área de descanso que está adosada a la estación y un panel explicativo. Esta estación daba servicio al ferrocarril minero de Peñarroya a Puertollano y Fuente del Arco, construido por la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya. A pocos metros de la misma se encuentra el apeadero homónimo de la línea Sevilla a Llerena/Cáceres, ésta sí en pleno funcionamiento.
Antes de emprender el camino natural propiamente dicho, es recomendable acercarse a la Mina La Jayona, una mina a cielo abierto visitable que fue declarada Monumento Natural en 1997 y que da nombre a esta ruta. Para llegar hasta allí, hay que seguir las placas con la señalización “Mina La Jayona”. De camino a la mina, a unos 10 km de la estación, se atraviesa el pueblo de Fuerte del Arco y se pasa junto a la ermita de Virgen de Ara, que es también una visita muy recomendable tanto por las panorámicas de la sierra como por los frescos que alberga su nave principal.
El camino sigue en todo momento el trazado del antiguo ferrocarril minero, por un firme asfaltado, que solo cambia en los múltiples cruces con caminos de acceso a fincas. Debido al carácter ondulado de las colinas por los que transita el camino, es frecuente que, cuando los taludes laterales resultan peligrosos, sendas talanqueras de madera protejan al viajero de cualquier accidente. En otras ocasiones el camino se encaja entre las trincheras excavadas para el paso del ferrocarril.
Otra constante durante el itinerario es la continua presencia de infraestructuras relacionadas con la antigua actividad de este trazado: ruinas de apeaderos, cargaderos de mineral y hasta dos de las estaciones que daban servicio a las poblaciones cercanas.
El camino se puede dividir en cuatro tramos bien diferenciados en cuanto al tipo de vegetación circundante.
Durante el primer kilómetro y medio, prácticamente hasta cruzar sobre el arroyo de Galapagar, aún se nota la presencia de las casas que han ido construyéndose en las cercanías de la estación, en un paisaje en el que se alternan los cultivos herbáceos, alguna mancha de olivar y las mencionadas viviendas.
El segundo tramo, de más de 8 km, se adentra de lleno en una dehesa de encinas, de densidad variable, con el típico matorral mediterráneo tapizando los taludes junto al camino (tomillos, retamas, genistas, torviscos…). En estos parajes la presencia de los rebaños de ovejas merinas es una constante por lo que se recomienda tener mucha precaución, ya que las fincas en muchos tramos no están valladas y es fácil encontrarse a estos animales en mitad del camino. Durante este tramo, además de cruzarse muchos caminos de acceso a fincas, también son frecuentes los pasos canadienses para evitar que las ovejas franqueen las fincas de diferentes propietarios. Punto destacable en este trayecto es el cruce sobre el río Sotillo, con un área de descanso justo tras atravesarlo, donde el encinar se abre, y se tienen unas interesantes panorámicas de la Sierra del Viento, en las estribaciones de Sierra Morena.
En el siguiente tramo el paisaje cambia de manera radical, pasando de una presencia continua de árboles a su casi total ausencia. Durante los siguientes 5,6 km, el camino atraviesa pastos y cultivos de herbáceas, pasando por un olivar en las inmediaciones de Valverde de Llerena. En este tramo ya no se ven ovejas, pero es frecuente que, según la época del año en que se visite, perdices o liebres crucen de un lado a otro del camino. Rompe la monotonía de los campos de cultivo la presencia (a los 11 km desde el inicio del camino) de la estación en ruinas que daba servicio a la cercana localidad de Valverde de Llerena (a menos de 1 km desde el cruce del camino natural con la carretera a Ahillones), y que cuenta como las otras estaciones por las que se pasa, de un área de descanso y un panel informativo. La localidad de Valverde se fundó en el s. XIII, y entre su patrimonio destaca la iglesia de la Purísima Concepción.
Lo que resta del Camino Natural Vía Verde La Jayona se realizará en compañía de olivos casi hasta el final, pasando junto a la estación de Berlanga-San Fernando (km 17 desde el inicio, con su correspondiente panel y área de descanso). A pesar de llamarse así, la localidad de Berlanga se encuentra a más de 3 kilómetros de este lugar, aunque merece la pena acercarse a descubrir el rico patrimonio de esta población con más de 700 años de historia.
Volviendo al camino, tan solo quedan 2 km hasta el final, otra vez en compañía de cultivos herbáceos, pero sin dejar del todo los olivos. El camino termina junto a las ruinas de un apeadero, y un área de descanso justo antes de llegar a la carretera N-432, a unos 5 km de Berlanga y a 7 km de Azuaga, la localidad más poblada de la comarca, y en la que además de un rico patrimonio, se puede encontrar todo tipo de servicios.
Situada al sureste de la provincia de Badajoz, en el término municipal de Fuente del Arco, esta mina de hierro sufrió su época de esplendor a comienzos del s. XX, hasta su abandono en 1922. Este estado de abandono se prolongó hasta su declaración como Monumento Natural en 1997.
Esta inactividad sirvió para que la fauna se sirviera de los pozos abandonados, donde hoy habitan varias especies de reptiles y anfibios, así como aves como el búho real, el cárabo o la cigüeña negra, y mamíferos, destacando una colonia de murciélagos.
La principal riqueza del Monumento Natural, sin embargo, es geológica, destacando un gran espejo de falla, pliegues, mineralizaciones de hierro y procesos kársticos, visibles desde los varios niveles de los pozos excavados por los mineros. La mina es visitable.
El Ferrocarril de Peñarroya a Puertollano y Fuente del Arco fue una línea de ferrocarril de vía estrecha de unos 216 kilómetros de longitud que discurría por las provincias de Badajoz, Córdoba y Ciudad Real. El trazado de la línea fue construido en distintos tramos y fases, quedando completamente finalizada en 1924.
Este ferrocarril fue construido por la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya (SMMP), con el objetivo de dar salida a los materiales procedentes de las minas que se encontraban en la zona de Peñarroya-Pueblonuevo. En 1956 la explotación ferroviaria pasó a manos del estado, situación que se mantuvo hasta su clausura en 1970.
El primero de los tramos en inaugurarse (1895) fue el que conectaba Peñarroya con Fuente del Arco (1895), donde además conectaba con el ferrocarril (de ancho ibérico) Sevilla-Zafra-Mérida.