Esta etapa del Camino Natural Vía de la Plata se vale del trazado del antiguo ferrocarril Plasencia-Astorga (también conocida como Palazuelo-Astorga) para conducir al viajero desde la estación de ferrocarril de Plasencia hasta el límite municipal entre Jarilla y Casas del Monte. Por el camino se irán descubriendo antiguas infraestructuras ferroviarias como viaductos, túneles o estaciones a las que se ha dado una nueva vida para su uso recreativo.
Se trata este de un itinerario bastante sencillo y seguro para el usuario senderista o ciclista. Excepto un primer tramo urbano, el resto del trayecto se hace por la antigua plataforma del ferrocarril, discurriendo por encima de un firme compacto y de buen ancho, con talanqueras de madera o barandillas metálicas que protegen al viajero cuando es necesario. Antes de arrancar el recorrido de este tramo del Camino Natural Vía de la Plata, si el viajero no conoce aún Plasencia, acercarse a visitar el conjunto histórico de la ciudad, declarado bien de interés cultural desde 1958, es muy recomendable.
Este recorrido comienza a las puertas de la estación de tren Plasencia. Se trata de una infraestructura que actualmente está en servicio y tiene conexiones con Badajoz, Cáceres, Mérida, Madrid o Sevilla, entre otras. El primer kilómetro es exclusivamente urbano, discurriendo por las calles de los alrededores de la estación hasta llegar al río Jerte, junto al puente de Tenerías. Desde aquí hay que girar a la izquierda en dirección a un túnel que pasa justo por debajo de las vías de ferrocarril. Una vez al otro lado, se puede encontrar un panel con información sobre el Camino Natural y desde aquí tomar un carril que parte a mano derecha subiendo hasta alcanzar la plataforma del antiguo ferrocarril.
A partir de este punto tan solo está permitido el tránsito peatonal o ciclista, con ocasionales cruces de accesos a fincas o a las viviendas de algunos diseminados, pero perfectamente señalizados. De inmediato se llega a la primera de las grandes infraestructuras que se llevaron a cabo para este trazado ferroviario: el túnel de San Lázaro. Este túnel de 178 m se construyó a finales del siglo XIX, cuenta con iluminación y el acceso está cerrado entre las 19:00 y las 9:00.
Superado el túnel sorprende el cambio de paisaje, pasando de un entorno puramente urbano entre las calles de las afueras de Plasencia a un paseo sobre el Jerte por su margen izquierda, que en este tramo discurre encajonado entre laderas graníticas. A unos 300 m de la salida del túnel se ha habilitado un mirador que permite admirar todo este entorno.
Mientras la ruta prosigue con un suave pero continuo ascenso, en la otra orilla del río se pueden divisar distintos elementos hidráulicos, como restos de antiguos molinos o una presa. Justo antes de encajonarse en una trinchera que pasa bajo la N-630, también se puede observar la estación depuradora de aguas o la inconfundible silueta del palacio de congresos de Plasencia.
A partir de este punto, y durante todo el trayecto, aparecerán a ambos lados del camino las típicas construcciones auxiliares ya en desuso, como las casetas de peones o de ferroviarios.
Y sin dejar de lado las construcciones que formaron parte del antiguo ferrocarril se llega al viaducto sobre el arroyo Berrocalillo, un puente construido en piedra de unos 150 m de longitud y con siete ojos. Y tras apenas medio kilómetro se alcanza, en este caso, el impresionante viaducto sobre el río Jerte. Esta infraestructura de hormigón de 200 m de longitud posee un gran arco central directamente sobre el río, flanqueado por otros arcos de menor dimensión formados por las pilastras que se apoyan en el terreno. Este puente vino a sustituir, a partir de 1929 y por razones logísticas, a uno anterior construido de hierro y apoyado sobre pilastras de ladrillo y sillería. De este último puente se conservan aun las pilastras, justo a la izquierda del puente moderno, y los arranques. De hecho, el que está situado al sur se ha aprovechado para habilitar un área de descanso con mesas de picnic y un mirador sobre el río.
Cruzado el Jerte, el camino se vuelve a encajonar en una trinchera, y al salir de ella vuelve a notarse un evidente cambio en el paisaje. Mientras que hasta ahora se había discurrido junto al río, en compañía sobre todo de matorral mediterráneo, ahora la antigua vía férrea se introduce en un alcornocal con encinas, más tupido hacia el este y más adehesado al oeste. Antes de que el río y el camino se separen definitivamente, se pueden ver las instalaciones de la fábrica de luz “El Berrocalillo”, inaugurada a principios del siglo XX.
Este tramo del camino transcurre por el monte Valcorchero, uno de los dos Paisajes Protegidos de Extremadura, antes de llegar a un paso bajo la carretera N-630 donde se ha instalado un mirador con un panel informativo sobre Valcorchero.
Tras la carretera, la ruta vuelve a transitar entre las trincheras excavadas para el ferrocarril, abriéndose la vista tan solo cuando se pasa por el valle de algún arroyo. De esta manera, se llega a una sucesión de dos viaductos, el primero sobre la N-630 y el segundo sobre la A-66. Ambos están debidamente protegidos con talanqueras y barandillas para evitar accidentes. La amplitud de la vista desde lo alto de los puentes permite una interesante panorámica de los Montes de Traslasierra, viéndose algunas de las poblaciones de sus laderas como Villar de Plasencia o Cabezabellosa.
Desde este punto, el itinerario y las dos carreteras que se acaban de cruzar van a discurrir siempre en paralelo hasta el final de este tramo del Camino Natural Vía de la Plata. Al otro lado de la A-66 el alcornocal queda sustituido por encinar y en ocasiones por pastos para el ganado, sobre todo vacuno o cultivos. La ruta se aleja poco a poco de la carretera y, transcurridos 1,7 km, se alcanza la antigua estación de Oliva-Almendral. De este complejo quedan en pie un par de edificios: el almacén de carga y una casa anexa situada en un alto. Del edificio de viajeros no queda ningún resto y en el solar que ocupaba se ha construido una amplia área de descanso.
Se abandona este enclave para pasa sobre la carretera CC-121, que lleva a Oliva de Plasencia. De hecho la silueta de esta población, dominando sobre los prados y la dehesa, va a ser una constante a la izquierda del camino cuando se abren las vistas.
La ruta se vuelve a acercar entonces a la N-630, discurriendo prácticamente bajo ella, y llega hasta un puente metálico sobre el arroyo de La Oliva. Posteriormente, el viajero tendrá que pasar junto a una serie de viviendas con huertas y ganado. Durante este tramo es más frecuente ir cruzando algunas pistas de tierra o asfaltadas que comunican esta pequeña urbanización con Oliva de Plasencia por los que puede haber tráfico motorizado. La carretera sigue pegada al camino, pero esta vez al mismo nivel, cuando no es el camino el que gana altura sobre ella.
Será necesario transitar durante un par de kilómetros más para comenzar a ver en la lejanía el cartel de un área de servicio que está situada justo al lado del siguiente hito de la ruta: la antigua estación de Villar de Plasencia. Se llega a esta zona de servicios tras pasar bajo la carretera CC-211. Esta carretera llega, tras algo más de 5 km, hasta el yacimiento romano de Cáparra, una visita muy recomendable para seguir conociendo el patrimonio histórico de la zona, sobre todo por la íntima relación de esta urbe romana con la Vía de la Plata que da nombre a este Camino Natural.
La estación de Villar de Plasencia es bastante más grande que la de Oliva-Almendral. De hecho, se conservan casi todos sus edificios e incluso un depósito de agua. También aquí se ha habilitado una gran área de descanso donde recobrar fuerzas, y el área de servicio cuenta, además, con un bar-restaurante. Desde aquí es posible acceder al pueblo de Villar de Plasencia, que queda a 1,5 km.
Abandonando la antigua estación, se cruza una pista asfaltada y un kilómetro después se pasa bajo la N-630. Justo después, el camino se cruza con la Cañada Real de Merinas. Se trata de una Vía Pecuaria que desciende desde Villar de Plasencia y, tras cruzar bajo la A-66 y la N-630, continúa en paralelo a las carreteras y al Camino Natural. Durante los siguientes 2 km, el camino discurre entre las dos carreteras, hasta que se pasa bajo la A-66 a la altura del embalse de la Jarilla o de Cabezaolí. Las aguas de este pequeño embalse se utilizan para el riego y es posible ver diferentes tipos de aves acuáticas como gaviotas, anátidas o cormoranes.
Poco después se cruza otra pista asfaltada que sube a la localidad de Jarilla y tras una larga recta, en la que algún pino se cuela entre las encinas acompañantes, se llega a una zona de servicios al pie de la carretera que asciende hacia Jarilla en las que se pueden encontrar alojamientos y restaurantes. Un desvío permite acceder a esta carretera para llegar a la población, aunque para continuar la ruta hay que pasar por debajo de ella.
Desde la carretera a Jarilla tan solo queda recorrer otro kilómetro y medio para llegar al límite municipal entre Jarilla y Casas del Monte, donde termina este tramo del Camino Natural Vía de la Plata y comienza el tramo entre Casas del Monte y Hervás.
La ciudad de Plasencia, localizada al norte de la provincia de Cáceres, ha estado habitada por el ser humano desde la prehistoria; no obstante, su fundación como núcleo urbano llegaría en 1186. Ese año las tropas cristianas que impulsan la conquista en esta zona propician la creación de la localidad de Plasencia bajo el emblema latín de Ut placeat deo et hominibus, que en castellano se traduciría como “para el placer de Dios y de los hombres”. Su estratégica ubicación, a medio camino entre Cáceres, Mérida y Portugal y asentada en pleno valle del Jerte, la convertiría en una ciudad clave en la región. El apogeo de Plasencia llegaría entre los siglos XVI y XVII, cuando se erigen buena parte de los monumentos que han llegado hasta nuestros días.
Entre el patrimonio arquitectónico de la ciudad sobresale la muralla de la que aún se mantienen en pie buena parte de sus puertas de acceso. La ciudad posee un marcado pasado palaciego que queda patente en edificios como el palacio del marqués de Maribel, construido en el siglo XV y declarado Bien de Interés Cultural. Un siglo antes fue erigido el palacio de Monroy, el más antiguo de los que se encuentran en la ciudad. El palacio de Loaisa Paniagua, el Carvajal y el de Almaraz son parte también del amplio legado arquitectónico de Plasencia, que se completa con numerosas casas señoriales que dan buena cuenta de la importancia histórica de la ciudad.
Asimismo, la ciudad se caracteriza por un abrumador patrimonio religioso entre el que merecen una mención especial sus catedrales. La conocida como catedral vieja fue construida en el siglo XIII. Sería ampliada en el XV, posteriormente declarada como Bien de Interés Cultural. Por su parte, la denominada catedral nueva supone una construcción monumental que comenzó a edificarse en el siglo XVI.
Dentro de las construcciones religiosas de Plasencia sobresalen también sus iglesias. Es el caso de la de San Nicolás, la de San Martín, la de San Pedro o la del Salvador, todas ellas edificadas durante el siglo XIII. Ya en el siglo XV se erigirían otros templos como el de San Vicente Ferrer o el de San Esteban. Ermitas como la de San Lázaro o el santuario de Nuestra Señora del Puerto añaden un mayor valor a esta arquitectura religiosa, que se completa con los cuatro conventos que salpican las calles de Plasencia, entre los que destacan el de las ildefonsas y el de las carmelitas. Esta ciudad histórica conserva además un importante legado sefardí entre el que destaca el cementerio judío enclavado en el paraje del Berrocal.
Con respecto al entorno natural que rodea Plasencia, existen numerosas rutas senderistas que exploran las inmediaciones de la localidad ofreciendo a los vecinos y visitantes la posibilidad de disfrutar de un enclave de especial interés desde el punto de vista medioambiental y ornitológico. Sin salir del propio núcleo urbano de la ciudad también es posible disfrutar de la riqueza natural de la zona gracias al río Jerte que atraviesa la localidad y que se ha convertido en uno de los puntos esenciales del municipio.
En cuanto a las festividades de la ciudad, sobresalen eventos como el festival internacional de música folk que se celebra cada año a finales de agosto. Las fiestas populares de la localidad tienen lugar a principios de junio, mientras que las fiestas patronales en honor a la virgen del Puerto se desarrollan el domingo después al de Resurrección con una romería. Además, el 16 de enero los vecinos de Plasencia rinden homenaje a San Fulgencio con una romería amenizada con productos típicos de la gastronomía plasenciana y música regional.
La línea Plasencia-Astorga, conocida también como Palazuelo-Astorga formaba parte del trazado del ferrocarril del Oeste de España, una línea transversal de Sevilla a Gijón.
El ferrocarril se inauguró en 1896, estando en funcionamiento hasta finales del XX. En 1985 cesó el servicio de viajeros y, unos años más tarde, en 1996 finalizaría también el tráfico de mercancías. Aunque aún hay tramos por los que circulan trenes de otras líneas, el Programa de Caminos Naturales del MAPA ha rehabilitado partes del trazado para su uso recreativo.
-Precaución en los cruces con carreteras y con caminos de acceso a fincas.
-Paso por un túnel con iluminación artificial.
-Precaución al circular por las calles del casco urbano de Plasencia.
-Infórmate sobre los aspectos técnicos de la ruta y sobre la meteorología del día.
-Cuida del medio ambiente. Procura no molestar a los animales ni deteriorar la vegetación. Respeta las zonas privadas.
-Debes dar prioridad a los peatones y cumplir con las normas generales de circulación.
-El entorno por el que vas a circular es abierto, de libre circulación y escenario de múltiples actividades (deportivas, forestales, ganaderas y agrícolas). Mantén una actitud comprensiva, prudente, responsable y respetuosa.