El Camino Natural comienza en Tuña, conocida como la capital del Cuarto de la Riera, en el concejo de Tineo, y pasa en dirección suroeste al vecino concejo de Cangas del Narcea, atravesando pequeños núcleos rurales como Llamas del Mouro, una localidad famosa por la fabricación de la tradicional cerámica negra.
Tuña es un auténtico centro de arquitectura señorial nobiliaria perteneciente a familias como los Riego y Tineo, Rodríguez de Tuña, Flórez Valdés, Peláez de Arganza, Quiñones o García de la Sierra, entre otras. Desde la Edad Media, estas familias construyeron a lo largo de los siglos un gran número de palacios y casonas, que se reúnen en este pueblo, elegido Pueblo Ejemplar de Asturias en el año 2000.
La primera parte del Camino Natural comienza en Tuña y recorre por pista asfaltada unos siete kilómetros aproximadamente, hasta llegar a Llamas del Mouro, situado en el concejo de Cangas del Narcea. En este primer tramo, el camino pasa entre brezales y bosquetes de repoblaciones de pino radiata, dejando a la izquierda el valle del río Falxeirua, con la Sierra de Dagüeño al fondo.
La segunda parte de la ruta se aproxima a Llamas del Mouro, rodeando el Pico Canalón (930 metros), que separa los concejos de Tineo y Cangas del Narcea. Llamas del Mouro pertenece a la parroquia de San Martín de la Sierra y es famoso por su cerámica negra. Encontraremos el alfar de la localidad a la derecha de la capilla de la Virgen del Carmen.
En el centro de Llamas del Mouro también encontraremos la magnífica propiedad de los Sierra, con el Palacio de Sierra, edificado alrededor de una torre medieval circular. El edificio tiene una fachada del siglo XVII y su núcleo es del XVI, al que se añade la capilla, de una gran belleza. Campean en su entrada los escudos de los Sierra y de los Colón, descendientes del descubridor de América. El interior conserva mobiliario historicista. La capilla tiene acceso independiente y se comunica desde la tribuna con las habitaciones de la casa. El retablo, barroco, alberga una Virgen con un Niño románica.
Saliendo ya por carretera de Llamas del Mouro, el trazado gira a la derecha y sube por una pista de tierra hasta El Mouru, desde donde tendremos unas fantásticas panorámicas que abarcan desde el Pico Cazarnoso (1.386 metros), en Cangas del Narcea, a Tineo. A partir de aquí, la pista prosigue girando a la izquierda y descendiendo poco después, bajo un pinar de pino radiata, hacia Bruelles.
Los últimos kilómetros de la etapa salen de Bruelles y dejan la carretera girando a la derecha, hacia una pista de tierra que pasa al lado de la capilla y el área recreativa de Santarbás. Poco después, el trayecto sale a carretera y gira a la izquierda, en dirección a San Martín (Samartín), desde donde parte una pista de tierra hacia Tandes. Desde este pueblo parte la carretera que conduce a Onón, final de la etapa.
Dominando Tuña, desde el barrio de Castañeu, se encuentra el palacio de los Riego y Tineo o del Barreiro, que fueron marinos y militares, y una de cuyas ramas dio vida al General Rafael del Riego, promotor de la sublevación en Cabezas de San Juan, que daría lugar al Trienio Liberal, entre 1820 y 1823. La fachada sur tiene dos torres cuadradas, la derecha probablemente bajomedieval. La fachada trasera cuenta con otra torre gemela de la anterior, y la oriental mantiene una columnata que sostiene una galería de madera. En la puerta, campea el escudo con las armas de los Peláez de Arganza y Llano, Tineo y Valdés. El palacio fue construido en su mayor parte durante el siglo XVIII y es el mayor de todo el pueblo.
Ya en el centro de Tuña son innumerables los palacios y casonas, muchos de ellos transformaciones de torres medievales, como la Casa de la Torre, adornada en el lateral con una torre cuadrada de tres plantas y por las armas de los García Bernardo. Entre las casas de labor, existen al menos tres casonas más: la Casa Torre de Cienfuegos, la Torre de Miranda y la Casa de la Chamborra, ésta última a la salida del pueblo, y donde nació el General Riego. Esta casa solariega, de finales del siglo XVIII, de profundo color blanco, se encuentra adornada por la placa que recuerda los hechos históricos, además del escudo de los Peláez y Pambley y los Rodríguez de Tuña.
En el centro del pueblo también destaca la rosada iglesia parroquial, obra del siglo XVIII, con planta de cruz latina, arcos de medio punto sustentando las bóvedas y una espadaña con pináculos. El templo tiene una elegancia exterior que se completa con la interior, donde varias capillas con blasones guardan los restos de todas las nobles familias que vivieron en algún momento en Tuña.
Son muchos los edificios y palacios señoriales que se conservan en la localidad. Junto al río Genestaza se encuentra uno de los mayores, el palacio de Cabo del Río o de los Peláez de Arganza, de grandes dimensiones, y con una fachada monumental con tres cuerpos: el central, retranqueado con dos corredores de madera, y dos torres en los laterales. Fue construido entre los siglos XVI y XVIII. Muy cerca, en la carretera a Merillés, se encuentra el puente del Carral, de forma alomada, con un solo ojo, y fábrica de cantería.
En Llamas del Mouro se sigue fabricando la alfarería negra característica de la zona, respetando las formas y métodos tradicionales de la Baja Edad Media en vedríos, ollas, escudiellas y penadas, todas ellas de un color negro brillante.
La cerámica negra de Llamas utiliza dos tipos de barro, el claro y el colorao, elegidos con esmero para obtener la mezcla óptima que dé buen resultado al moldear y cocer. El claro se pone a remojo en una masera y a este se une una cuarta parte del rojo, una vez pulverizado y limpio de impurezas, es decir, peñerado. Posteriormente, los dos barros se amasan juntos y con la mezcla resultante se realizan las pellas, bolas de barro con las que se trabaja en el torno.
Una vez moldeadas las piezas y ligeramente secadas al sol, se bruñen con una piedra de mar, con la que también se dibujan algunos motivos. El color negro se consigue al cocer las piezas en una atmósfera reductora. Para ello, se cierra bien el horno y se tapa la única chimenea que tiene, para que no respire. De esta forma, el humo ahogado penetra en todos los poros del barro y la pieza se vuelve negra.
En las inmediaciones del Camino Natural, cerca del pueblo de Valcabo, en dirección a Becerrales, se encuentra el castro de El Castiello, ejemplo de asentamiento castreño de la época prerromana y los primeros siglos de nuestra era. Su emplazamiento, sobre un pequeño promontorio, es el característico en este tipo de poblado. El recinto presenta una forma semicircular y son visibles aún los restos de los tres grandes fosos concéntricos que lo rodean por su parte más occidental. Por la parte oriental, la propia escabrosidad del terreno hacía de defensa natural.