Este Camino Natural permite al viajero descubrir, por dos itinerarios diferentes, una comarca de Pontevedra en la que el agua se ha constituido desde antaño como el elemento más esencial de su paisaje, como bien lo demuestran los abundantes molinos que aparecen en las orillas de sus ríos, en ocasiones ocultos entre una frondosa vegetación.
El municipio de Catoira está situado en la ría de Arousa, provincia de Pontevedra. El recorrido consta de dos rutas ecológicas, cada una de tres kilómetros de longitud, aproximadamente, que discurren por los ríos San Cibrán y Catoira, respectivamente.La ruta comienza en el área recreativa de Abalo, junto a la ermita de San Cibrán, el único punto de este recorrido donde es posible abastecerse de agua potable. El primer tramo de este itinerario es un sendero prácticamente cubierto por la vegetación, que baja por la orilla derecha del río Catoira, hasta que cruza una pista de frente y sigue en paralelo al cauce fluvial. En toda esta zona abundan los viejos molinos, aunque muchos de ellos ya están derruidos.Se sigue de nuevo entre el río y un bosquete de eucaliptos por un camino que, en alguno de sus tramos, debido al poco tránsito de senderistas, pasa casi desapercibido entre la vegetación, llegándose hasta un pequeño puente de madera. Más adelante el sendero alcanza un prado, donde deja a su derecha otro antiguo molino.
El Camino pasa después por un viñedo y una zona de prados abiertos, cruza una pequeña carretera asfaltada, y continúa entre la vegetación de ribera de la orilla del río, acompañado por la presencia continua de los pájaros. En su tramo final la ruta cruza unos pequeños puentes de piedra hasta alcanzar el área recreativa de Barral, donde se une al río Catoira y a la ruta que discurre junto a su cauce.
El segundo itinerario de este Camino Natural comienza en el área recreativa de Porto Canlés, desde donde desciende por la orilla izquierda del río atravesando un bien conservado ecosistema de bosque ribereño, entre una densa vegetación arbustiva. Pocos metros después de su inicio, cruza un pequeño puente de piedra, junto a un antiguo molino, y continúa río abajo por la margen derecha del Catoira.
El Camino llega después a una carretera asfaltada que nuevamente cruza el río, para seguir por la orilla izquierda hasta un puente de piedra, que no se debe cruzar, porque el trazado de esta ruta sigue el curso del río junto a un viñedo. Tras pasar por una zona muy cerrada de arbustos, el Camino llega hasta la carretera general (PO-548), la cruza y continúa viaje por la orilla derecha del río.
La ruta se adentra ahora en un bosque de ribera y pasa junto a unos antiguos molinos, casi ocultos por la densa vegetación, hasta cruzar una estrecha carretera asfaltada, siendo necesario seguir de frente. Tras un pequeño puente de madera sobre un arroyo que se une al río Catoira, el itinerario pasa cerca de varios puentes de piedra y molinos hasta llegar a un lavadero en la orilla del río, que es necesario cruzar para entrar en el área recreativa de Barral.
Desde este punto, el Camino sigue aguas abajo hasta un estrecho puente de piedra que cruza el río, para continuar descendiendo por su margen derecha hasta llegar a la carretera general que lleva al pueblo de Catoira. El recorrido cruza esta vía y sigue bajo un emparrado entre unas casas, hasta llegar de nuevo al río. Tras cruzarlo nuevamente, se sigue por la orilla izquierda, pasando junto a un molino restaurado. Un último puente de madera permite acceder hasta una fuente que se encuentra junto a unas escaleras, que suben hasta el pueblo de Catoira, punto final de esta ruta.
La ermita de San Cibrán está situada en la ladera septentrional del monte Xiabre (647 m), dentro del término municipal de Abalo, Catoira.
El edificio, de líneas barrocas e íntegramente construido con piedra tallada, denota múltiples reformas y añadidos y, aunque bajo una de sus ventanas parece leerse 1671, no resulta posible conocer la fecha exacta de su fundación.
Unos metros al este de la ermita, sobre unas lajas donde da comienzo la pendiente, está asentado un crucero de unos 4,5 m de altura, que parece ser del siglo XVIII, donde se representa a Cristo crucificado mirando hacia la ermita, y por su parte posterior, una Piedad.
Posiblemente la fiesta popular más famosa de la zona sea la que, cada primer domingo de agosto, se celebra en la villa pontevedresa de Catoira, escenificando los combates contra los invasores vikingos que hace mil años asolaron estas tierras, cuando pretendían alcanzar Compostela, remontando el río Ulla desde su desembocadura.
Esta tradición, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, que comenzó en 1960, reúne a miles de personas que acuden a esta localidad, en la que sus habitantes, disfrazados de guerreros vikingos, representan el ataque pirata a la villa llegando a bordo de réplicas de <em>Drakkar</em>, los espectaculares barcos de estos invasores del norte, con el objetivo de tomar los restos de la Torre del Oeste (una construcción defensiva de origen medieval cercana a la localidad)
Ataviados con vestimentas y armas de aquel tiempo, los habitantes simulan combatir contra los invasores en una batalla en la que lo único rojo que se derrama es vino.
Tras la lucha, habitantes, vikingos y turistas participan en una comida campestre de confraternización, amenizada con el sonido de las típicas gaitas gallegas.
Situadas en la confluencia del río Ulla y la ría de Arousa, se trata de un sitio arqueológico compuesto por un conjunto de torres de origen romano que sirvieron de enclave fundamental para la defensa de las tierras de la archidiócesis de Santiago de Compostela, de los ataques normandos durante la Alta y Baja Edad Media. Debido a la débil defensa existente en dicho enclave, el rey Alfonso V decidió donar a la Iglesia la isla de Oneste, para la construcción de una fortaleza (en el año 1024). Años más tarde las defensas fueron reforzadas con muros más sólidos, y se añadió una capilla en honor al apóstol Santiago.