Imagen: Archivo Tragsa
El sistema de telegestión y control remoto ha de replicar la configuración de la propia red hidráulica y adaptarse a la misma. Debe poder crecer con ésta (en sus ramificaciones y en las derivaciones hasta sectores de riego en parcela), y a su vez permitir una gestión centralizada de todo el sistema. Sin embargo, ha de "proteger" la red frente a fallos por averías, roturas, etc, de modo que se minimice el impacto de cualquiera de estas eventualidades, asegurando que la mayor parte de la instalación continúe operativa. Esto se logra a través de la "inteligencia distribuida", que reparte las recursos de programación y gestión de comunicaciones de datos en puntos estratégicos de la red.
Los sistemas actuales, según el origen del desarrollo tecnológico, llegan a su configuración por dos vías:
1. Sistemas que parten de la automatización individual "en parcela" y crecen hacia las redes colectivas. Su arquitectura obedece a la utilización por el regante individual de la función de programación y control remoto, más que al servicio al conjunto de todos y a la gestión centralizada de la red como una unidad en sí misma.
2. Sistemas diseñados para un control centralizado de la red. Nacen desde el concepto de un gestor común de un gran número de usuarios. La arquitectura derivada busca el aseguramiento en la captación de un gran número de datos de fuentes dispersas. El acceso de los usuarios no es individual ni directo hasta la unidad que controla su toma de riego, y se hace siempre a través del centro de control de la comunidad.
Los tipos de red más habituales son las siguientes: