La fisiografía hidrográfica de la cuenca del Guadiana es múltiple y variada, debido a que en ella se encuentran varios ríos y arroyos, zonas lagunares y acuíferos de gran tamaño, barrancos, cañadas, gargantas, etc. Es de destacar el fenómeno endorreico en las proximidades de Argamasilla de Alba, donde la red fluvial desaparece prácticamente por completo para aparecer de nuevo en los Ojos del Guadiana, formando un gran acuífero subterráneo que se manifiesta en lagunas o charcas distribuidas intermitentemente como zonas anormalmente húmedas dentro de una región bastante árida. Y es que el clima mesomediterráneo o mediterráneo genuino, según clasificaciones, marca en la cuenca el déficit hídrico característico. De ahí también la existencia de áreas e infraestructuras acondicionadas para el aprovechamiento hidráulico: presas y embalses, como son los de El Vicario, Cijara, García de Sola o Montijo.
La cuenca del Guadiana alberga una importante comunidad faunística y botánica, con especies endémicas, amén de ser refugio imprescindible de una ingente cantidad de aves invernantes, siendo las riberas piezas clave en el aumento de la diversidad de fauna y flora. No debe olvidar el caminante, que en su recorrido pasará por numerosas Zonas de Especial Protección para Aves (ZEPA) localizadas en la cuenca del río, pero también por cuantiosas Zonas Especiales de Conservación (ZEC) cuantiosos Lugares de Importancia Comunitaria (LIC) y espacios protegidos, dejando constancia del alto interés ecológico o ambiental que suscitan los territorios del Guadiana.
En su discurrir junto al río, el viajero podrá disfrutar de una enorme diversidad de paisajes que conviven en perfecta armonía; al este dominan las grandes llanuras de secano de cereal, refugio de múltiples especies de fauna, entre las que destacan las rapaces, presentes durante todo el año; al norte es posible pasear por dehesas de encinas milenarias, mientras al sur el horizonte se extiende sobre las fértiles vegas de regadío. Es fácil reconocer una clara vocación ganadera en muchos lugares por los que transita el camino, pudiéndose observar rediles, naves para el ganado, abrevaderos para los animales o apriscos.
Uno de los aspectos más palpables a lo largo del recorrido es la importancia de los usos recreativos y culturales de los recursos hidrológicos, compatibilizándose la protección y la mejora del medio ambiente con usos asociados: sociales, recreativos, culturales, paisajísticos, etc. y en especial la educación ambiental. Por ello los centros de interpretación y aulas de naturaleza tienen un papel tan destacado en el curso del río con la ciudadanía. También existen varios observatorios de aves y zonas de descanso, algunas construidas alrededor de playas fluviales acondicionadas para el baño o para otras actividades deportivas como la pesca.
El Guadiana debe su nombre al paso continuo de civilizaciones por la Península Ibérica, pues para los romanos era el río Ana (Fluminus Anae, "río de los Patos") y los musulmanes sustituyeron la palabra en latin "río" (fluminus) por la misma palabra en árabe: Uadi, dando origen a su nombre tal y como hoy se conoce. Numerosos testigos de ambas civilizaciones pueden encontrarse a lo largo del camino: puentes romanos como el de la antigua Augusta Emerita (Mérida), piscinas de baños medicinales, calzada y villa romanas en las inmediaciones de Pueblonuevo o los castillos de Peñarroya y Cuncos, relacionados con el mundo musulmán. Pero además discurre por vestigios del tránsito del mundo medieval al moderno, incluida la Guerra de Sucesión castellana, con castillos como el de Medellín, que también jugó un importante papel en la conquista americana.
Otra forma de acercarse al inmenso patrimonio ecológico, histórico y cultural de los territorios de la cuenca del Guadiana, es realizando las rutas turísticas próximas a algunos de sus tramos, tales como la “Ruta de la Plata” a su paso por tierras extremeñas, la “Ruta del Quijote”, que sigue los pasos literarios del mítico personaje recorriendo vías pecuarias, caminos históricos, vías verdes, cañadas, cordeles y veredas; escenarios reales de sus supuestas aventuras por La Mancha. También se pueden recorrer algunas de las Vías Verdes, antiguos trazados ferroviarios acondicionados para el disfrute de la población, como las que discurren por Badajoz y Huelva, donde también se puede seguir la “Ruta del Contrabandista” por veredas y antiguos caminos frecuentados por este tipo de traficantes.
Por todo ello es lógico que en este completo y variado recorrido el viajero pueda disfrutar de un inmenso abanico de posibilidades y difícil es que no encuentre alicientes que lo atraigan a embarcarse en este largo y emocionante paseo.