Este trayecto comienza en la entrada del pueblo de Parada de Sil (al norte del municipio del mismo nombre), junto al monumento homenaje a "O Barquilleiro", desde donde desciende entre las casas, siguiendo las marcas blancas y amarillas, hasta el cruce con la carretera OU-605. Continúa hacia la derecha unos 200 m para desviarse a la izquierda por la carretera que se dirige a Fondo de Vila.
Una vez alcanzado el casco urbano de esta pequeña población, el trayecto pasa ante una fuente, y gira a la izquierda por un camino de tierra señalizado que transcurre entre muros de piedra y castaños (Castanea sativa) centenarios, hasta llegar a la carretera que va hacia Os Torgas y los Balcones de Madrid. En ese punto la ruta desciende hasta un cruce ubicado junto a un aparcamiento, cerca de un campo de fútbol y un área recreativa. A pesar de que el Camino Natural continúa por la izquierda, merece la pena hacer un alto y desviarse a la derecha para visitar los Balcones de Madrid, un espectacular mirador natural sobre los cañones del Sil.
Siguiendo de frente, el trayecto se une en un nuevo cruce al trazado de este camino, descendiendo entre pinos (Pinus sp.) y robles (Quercus robur) por una pista de grava con fuerte pendiente. Tras cruzar varios caminos y la ruta PRG-98, llega a un puente de madera. Desde aquí se inicia un ascenso por un camino empedrado hasta volver a confluir con la PRG-98. Pasado este punto, comienza una nueva bajada por un antiguo camino empedrado, hasta un puente de piedra que cruza por tercera vez la ruta PRG-98, desde donde prosigue por un camino de hormigón hasta Portela.
La ruta cruza esta población y asciende por carretera hasta la ermita de San Antonio. Aquí confluye con la carretera que, hacia la derecha, va hasta el cercano pueblo de Castro. Una vez sobrepasado su núcleo comienza una fuerte pendiente del 12 % que desciende hacia el monasterio de Santa Cristina. La carretera pasa después por una gran curva cerrada desde donde puede verse una impresionante panorámica de los cañones que ha ido formando durante milenios el río Sil. El trayecto continúa bajando aproximadamente un kilómetro, hasta el monasterio de Santa Cristina, donde terminan la carretera y la ruta.
Desde este punto se puede acceder al monasterio, bajando entre castaños centenarios por un corto tramo escalonado.
Ubicado en el municipio de Parada de Sil, a pocos metros del río Sil, goza de un entorno de incomparable belleza, dominado por un frondoso bosque de castaños centenarios.
Aunque se especula con un origen más antiguo, la primera noticia que registra la existencia de este monasterio es del siglo IX.
La iglesia, plenamente románica, de finales del siglo XII, tiene planta de cruz latina con una sola nave más crucero. Su cabecera cuenta con tres ábsides, siendo el principal la prolongación de la nave, mientras que los absidiolos laterales se abren a los brazos del crucero.
También tiene otros elementos románicos como su torre y una pequeña portada anexa a la fachada que da acceso al claustro, en el que solamente se conservan en pie las dos galerías septentrionales, edificadas en el siglo XVI y de estilo renacentista, que se articulan mediante arcos de medio punto sobre columnas de fustes ochavados.
El monasterio románico de Santo Estevo de Ribas de Sil es uno de los más importantes y conocidos de la Ribeira Sacra, ya que, además de conservar uno de los pocos claustros románicos de toda Galicia, llamado "de los Obispos", fue reconvertido en Parador de Turismo en 2004.
La iglesia monástica es de un estilo románico muy tardío. Tiene tres amplias naves con arcos apuntados que finalizan en una cabecera de tres ábsides, con la curiosidad de ser los laterales más altos que el central.
En su interior destaca un original retablo románico de forma pentagonal tallado en piedra, con la figura central de Cristo, flanqueado por los Apóstoles bajo arquerías.
Aunque el piso bajo es románico, para compensar el peso del piso superior, el claustro presenta pesados contrafuertes rematados en pináculos gótico tardíos, que rompen la armonía y regularidad de las arcadas románicas. Las austeras arquerías de medio punto apoyan sobre parejas de columnas con capiteles de fuste esbelto, decorados con motivos vegetales.